Aparentaba
típica musulmana ricachona, de esas que comparten la fortuna de su marido con
otras muchas mujeres. Sus andares provocativos además de su indumentaria
ajustada llamaban la atención de mis ojos lujuriosos y de mi corazón, en este
caso, perverso. El puritanismo que obliga el islam parecía haberse perdido
entre sus peligrosas curvas que delataban escasa adoración a Alá. Sus gafas de
sol daban la impresión de ser más cosméticas que de protección, las lentes
descomunales hacían prácticamente la misma labor que un burka y convertían sus
ojos en una gran incógnita. A simple
vista daba la impresión de ser una meretriz, pero sin duda la más bonita de
todas. Se había convertido en la dueña de mis cinco sentidos, hasta tal punto
que inconscientemente me acerque a ella.
- Disculpe señorita, ¿habla castellano?
- Ha tenido suerte, ¿qué quiere, muchacho?
- Acabo de llegar y estoy un poco perdido, quería saber donde puedo encontrar una librería.
- Hay una justo al lado de la estación de autobuses, me pilla de camino así que podemos ir juntos. ¿Está usted de vacaciones?
- Ya me gustaría, estoy aquí por trabajo y me parece que me quedaré un par de años mínimo por lo que sería conveniente comprar un libro de musulmán para principiantes, ¿no cree?
- Si la verdad es que es buena idea, por lo menos para que pueda desenvolverse en el día a día, aunque aquí todos saben algo de español así que no se agobie. Para empezar debería usted saber que aquí para saludarnos decimos “Salam Alaikum” y para despedirnos “Alaikum Salam”.
- ¿Cuál es la diferencia?
- No hay gran diferencia, la significación es casi idéntica. Salam es paz en árabe, por lo que su significado sería “que la paz sea contigo”.
- En realidad ya lo había oído, pero nunca he sabido como se escribe. Hace poco me fui a vivir a Ceuta y en un muro no muy lejos de mi casa recuerdo haberlo visto escrito de una forma que me sorprendió.
Saqué un post-it del bolsillo pequeño de mi mochila y escribí “3alaikum salam” y le pedí que me explicara el significado del numero tres.
- Eso equivale a la pronunciación de una letra árabe que en éste caso sería como una hache pero no se leería como tal.
- Creo que lo entiendo, es como una jota suave, es decir, una hache aspirada, ¿entiende? Me refiero a que no es una hache muda.
- Disculpe señorita, ¿habla castellano?
- Ha tenido suerte, ¿qué quiere, muchacho?
- Acabo de llegar y estoy un poco perdido, quería saber donde puedo encontrar una librería.
- Hay una justo al lado de la estación de autobuses, me pilla de camino así que podemos ir juntos. ¿Está usted de vacaciones?
- Ya me gustaría, estoy aquí por trabajo y me parece que me quedaré un par de años mínimo por lo que sería conveniente comprar un libro de musulmán para principiantes, ¿no cree?
- Si la verdad es que es buena idea, por lo menos para que pueda desenvolverse en el día a día, aunque aquí todos saben algo de español así que no se agobie. Para empezar debería usted saber que aquí para saludarnos decimos “Salam Alaikum” y para despedirnos “Alaikum Salam”.
- ¿Cuál es la diferencia?
- No hay gran diferencia, la significación es casi idéntica. Salam es paz en árabe, por lo que su significado sería “que la paz sea contigo”.
- En realidad ya lo había oído, pero nunca he sabido como se escribe. Hace poco me fui a vivir a Ceuta y en un muro no muy lejos de mi casa recuerdo haberlo visto escrito de una forma que me sorprendió.
Saqué un post-it del bolsillo pequeño de mi mochila y escribí “3alaikum salam” y le pedí que me explicara el significado del numero tres.
- Eso equivale a la pronunciación de una letra árabe que en éste caso sería como una hache pero no se leería como tal.
- Creo que lo entiendo, es como una jota suave, es decir, una hache aspirada, ¿entiende? Me refiero a que no es una hache muda.
- No exactamente, la verdad es que es difícil de explicar puesto que
dicho sonido no existe en la lengua castellana. En realidad el sonido proviene
del….
- Bueno, no se preocupe, ya me informaré cuando compre el libro, por el momento me hago una idea. Si no es un problema para usted creo que ha llegado la hora de tutearnos, yo me llamo Raúl Antúnez ¿y tu?
- Adilah Habîb, encantada de conocerte.
- Tengo entendido que todos los nombres musulmanes tienen un significado, ¿no es eso cierto?
- Tienes toda la razón, Adilah proviene del islam y quiere decir “igual”, mas concretamente significa “aquella que negocia por la justicia”. Porque no te apuntas a un te frío y nos conocemos mejor, sientan muy bien con este calor, ya lo verás.
En ese momento se quitó sus enormes gafas y ante mi brotaron unos increíbles ojos verdes amarillentos, los más preciosos que había visto en toda mi vida. Era una joven tan delicada y sutil como grandiosa y prodigiosa. Demasiado bueno para ser cierto. Estaba apunto de cometer un gran error, pero tenía que asegurarme.
- No es por ser impertinente Adilah, pero ¿no estarás trabajando ahora mismo, verdad?
- ¿Qué si estoy trabajando? Explícate, Raúl.
- Me refiero a que no serás una… quiero decir que... espero que no estés pensando en cobrarme por tu compañía, no es mi intención ofenderte pero acabo de llegar y no me fío de nada ni de nadie.
Efectivamente, acababa de cometer el mayor error de mi vida. Me miró fijamente con sus grandes ojos penetrantes y con una mueca de desprecio se esfumó. Sobraron las palabras puesto que su mirada fue el mayor insulto que jamás me habían dicho, la ignorancia.
No me hizo falta mucha investigación para enterarme de su identidad. Como es costumbre, la primera apariencia es la más engañosa, esta muchacha tenía de fulana lo mismo que los “Rolling Stones” de abstemios. El movimiento de sus caderas era la puesta en práctica de su nombre, no era más que un desafío al islam político, una lucha por la justicia y la igualdad para las musulmanas, un grito a la discriminación hacia las mujeres de la ideología islamista. Trabajaba como directora de una organización defensora de los derechos de las mujeres islámicas, “Hermanamiento del Islam”. Ante mis ojos tuve la más bella encarnación de todo aquello y mis prejuicios la dejaron escapar.
- Bueno, no se preocupe, ya me informaré cuando compre el libro, por el momento me hago una idea. Si no es un problema para usted creo que ha llegado la hora de tutearnos, yo me llamo Raúl Antúnez ¿y tu?
- Adilah Habîb, encantada de conocerte.
- Tengo entendido que todos los nombres musulmanes tienen un significado, ¿no es eso cierto?
- Tienes toda la razón, Adilah proviene del islam y quiere decir “igual”, mas concretamente significa “aquella que negocia por la justicia”. Porque no te apuntas a un te frío y nos conocemos mejor, sientan muy bien con este calor, ya lo verás.
En ese momento se quitó sus enormes gafas y ante mi brotaron unos increíbles ojos verdes amarillentos, los más preciosos que había visto en toda mi vida. Era una joven tan delicada y sutil como grandiosa y prodigiosa. Demasiado bueno para ser cierto. Estaba apunto de cometer un gran error, pero tenía que asegurarme.
- No es por ser impertinente Adilah, pero ¿no estarás trabajando ahora mismo, verdad?
- ¿Qué si estoy trabajando? Explícate, Raúl.
- Me refiero a que no serás una… quiero decir que... espero que no estés pensando en cobrarme por tu compañía, no es mi intención ofenderte pero acabo de llegar y no me fío de nada ni de nadie.
Efectivamente, acababa de cometer el mayor error de mi vida. Me miró fijamente con sus grandes ojos penetrantes y con una mueca de desprecio se esfumó. Sobraron las palabras puesto que su mirada fue el mayor insulto que jamás me habían dicho, la ignorancia.
No me hizo falta mucha investigación para enterarme de su identidad. Como es costumbre, la primera apariencia es la más engañosa, esta muchacha tenía de fulana lo mismo que los “Rolling Stones” de abstemios. El movimiento de sus caderas era la puesta en práctica de su nombre, no era más que un desafío al islam político, una lucha por la justicia y la igualdad para las musulmanas, un grito a la discriminación hacia las mujeres de la ideología islamista. Trabajaba como directora de una organización defensora de los derechos de las mujeres islámicas, “Hermanamiento del Islam”. Ante mis ojos tuve la más bella encarnación de todo aquello y mis prejuicios la dejaron escapar.
Jota Be